En la Sierra de Burgos se encuentra un conjunto arqueológico excepcional: las necrópolis medievales del Alto Arlanza. La particularidad del mismo reside en la gran concentración de lugares conocidos con tumbas excavadas en la roca, ubicados sobre pequeños afloramientos de areniscas, en cuyas inmediaciones también es posible encontrar estos de eremitorios o también pequeños templos prerrománicos. Bien es cierto que se conocen necrópolis de este tipo por todo el norte de la península pero la cantidad de hallazgos junto a la peculiaridad tipológica de algunos de ellos como el paisaje donde se integran convierten a estas necrópolis en un bien patrimonial del que merece la pena disfrutar.
Hasta no hace mucho, la visita a estos lugares prácticamente estaba restringida a andarines y excursionistas que conocían con exactitud la localización de estos peculiares enclaves en medio de los bosques de robles y pinares de la zona. En la actualidad los visitantes cuentan con un espacio donde se ofrece información sobre los yacimientos y se puede emplear como punto de partida de las visitas. Me estoy refiriendo al Centro de Visitantes de las Necrópolis del Alto Arlanza, situado en la localidad de Palacios de la Sierra y que tuve la ocasión de conocer hace poco, tras el interés que me despertó la lectura del post de Zález sobre el conjunto de estelas procedentes de la necrópolis de El Castillo.
Sala de la necrópolis de El Castillo de Palacios de la Sierra. Fuente; Centro de Visitantes de las Necrópolis del Alto Arlanza |
Este lugar es de paso obligado para cualquier persona interesada en las necrópolis, pues ofrece en sus tres plantas un contenido didáctico de excelente calidad que se acompaña de la atención profesional, precisa y amable por parte de la responsable del centro, Sonia Llorente. El resultado es una grata experiencia que permite un acercamiento a estos enclaves desde un punto de vista integral, más científico y liberado de la abundante carga de mitos y leyendas que acompañan a estos lugares. Por esta razón, es de agradecer el esfuerzo realizado por las administraciones locales serranas para dar a conocer este espectacular conjunto cuya visita resulta altamente recomendable para todos aquellos interesados en la arqueología funeraria y en la alta Edad Media pero también en un turismo alternativo, cultural, alejado de las masas y ligado a paisajes y entornos naturales.
Breve apunte historiográfico
La mayoría de las necrópolis se conocen a través de las excavaciones de Alberto del Castillo y su equipo en los 70. Aquel primer equipo publicó una serie de trabajos que daban cuenta de las excavaciones que se llevaron a cabo pero ha día de hoy permanecen abiertas muchas de las incógnitas que ya por entonces se manejaban. Por ejemplo, se desconoce con certeza incluso la cronología de la mayoría de ellas, pues las tumbas en muchos casos no han conservado restos que posibilitaran su datación. A través de elementos indirectos, como la documentación histórica, se puede situar su desarrollo dentro del lapso temporal que va del siglo IX al XI; es decir, en plena formación del condado de Castilla.
Breve apunte historiográfico
La mayoría de las necrópolis se conocen a través de las excavaciones de Alberto del Castillo y su equipo en los 70. Aquel primer equipo publicó una serie de trabajos que daban cuenta de las excavaciones que se llevaron a cabo pero ha día de hoy permanecen abiertas muchas de las incógnitas que ya por entonces se manejaban. Por ejemplo, se desconoce con certeza incluso la cronología de la mayoría de ellas, pues las tumbas en muchos casos no han conservado restos que posibilitaran su datación. A través de elementos indirectos, como la documentación histórica, se puede situar su desarrollo dentro del lapso temporal que va del siglo IX al XI; es decir, en plena formación del condado de Castilla.
En la actualidad un equipo de la Universidad de Barcelona ha recogido el testigo y trabaja desde hace unos años en estos enclaves. Esta nueva etapa ya empieza a tener sus frutos a través de la publicación de trabajos de investigación. En esta ocasión el foco amplía su atención de una manera muy acertada no solo al conocimiento exclusivo de las necrópolis sino al poblamiento y estudio de las comunidades aldeanas que se relacionaban con ellas. Al fin y al cabo, estos yacimientos no dejan de ser más que una representación material, en este caso relacionada con los rituales funerarios, de un colectivo humano que vivió en el entorno.
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